desde el asiento de atrás apenas si se podía ver, a mi lado
los balones, pensé en el perro que los vende, en la plata que debía de ganar,
no pude sentir la tranquilidad de la noche, iba cagao, apenas podía hablar, no
quería caer, esa es la verdad,
pero lo habíamos ensayado mil veces y J dijo que era papa, que estaba
calado, esa es la farmacia, bájense acá, retrocediendo a toda velocidad los
vidrios volaron en mil pedazos, sonó una alarma, me metí tambaleado con un
balón, al lado pusieron el otro, como había aprendido abrí la llave y salí corriendo,
el bombazo fue fuerte, pensé en la plata rota, corrí y era como en una guerra, como
en un sueño, la media cagada, lleno de billetes, llovían billetes.