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(cuarenta y tres.)
Caminamos
juntos por la playa Socos en Tongoy, es temprano aún, las olas revientan y una
brisa fresca y húmeda llega a nosotros. Nuestros hijos aun duermen en el
departamento.
Yo
hablo, tu escuchas mirando hacia delante y hacia la arena, llevas las hawaianas
en una de tus manos.
-Yo
se que el problema es mío..., este estado, esta letargia, falta de motivación,
solo yo puedo salir de acá. Volver a sentir pasión por algo, tener ganas de
hacer algo…
-Dicho
esto, me pasa que paso días atrapado en conversaciones eternas, elípticas y repetitivas con mi padre,
donde lo culpo de todo lo malo que me pasa, lo culpo por haberme criado así, y
principalmente lo culpo por haber sido tan violento.
-Tengo
un pensamiento que acompaña todo esto, de muy niño ví la violencia de mi padre,
no una violencia física, sino verbal. Esto me hizo tenerle un miedo espinal. Le
temía. Y lo amaba, era mi padre. Y quería que el me amara. Pero le temía tanto
que no llegábamos a comunicarnos. El quería que yo fuera de una manera y yo sentía
que no era de esa forma pero igual trataba de complacerlo en todo, para que
estuviera bien. Para que no se enojara.
-En
este espiral de gritos en el que caía, la rabia subía de volumen cada vez mas, podía
decirme cosas bien ofensivas- hago una pausa, un grupo de gaviotas novatas
emprenden su vuelo, todas guiadas por una gaviota mayor, siento pena, ganas de
llorar, pero quiero con todas mis fuerzas contenerme, lo logro un poco.-
-Tengo
grabado en algún lugar muy dentro de mi el “pero eres wevón!!”o las
premoniciones nefastas cuando llegaban mis notas del colegio (esto es una
historia aparte) y me decía “con estas notas no te da ni para profesor weon!!”
“vas a ser un muerto de hambre” o “vo queris ser como el Pedro weon!?” “UN
PERDEDOR!”.
Me
detengo un momento. Miro Tongoy al fondo, la efervescencia de la mañana, el
ruido del mar y las miles de formas de vida que hay alrededor nuestro, que nos
envuelven.
-Es
increíble, pero me pasa que despierto pensando en esto de mi primo Pedro. Miro
el techo cuando abro los ojos, cuando amanece, soy el Pedro me digo, me convertí
en el Pedro. Tengo 43 años, no gano dinero, soy el Pedro.
Te
miro y sonrío pero quiero llorar.
-Chuta
- dices y justo la espuma de una ola nos moja los pies, como estirándose y extendiéndose
alrededor nuestro.
Continuo.
-También
pienso que debería superarlo, ya es hora, él vivía en su paradigma, mi madre no
tenia los cojones para enfrentarlo y a pesar de todo, se que me quería y me
quiere mucho, eso esta a la vista. O almenos quería la imagen que tenia de mi.
-Me
parece extraño que un hombre con su preparación, con los libros que leía, ahora,
desde mi punto de vista lo digo, como no vio cuales eran mis reales intereses,
como no trato de potenciarlos, por que trato de imponerme un camino, que era el
de él. Todo esto me convirtió en un gran mentiroso, tuve amigos para la casa y
amigos para afuera de la casa. Siempre trataba de mostrar que todo estaba bien,
que no había problemas.
-En
fin, digo esto y me escucho hablar y me parece tan poco original que me da
plancha, es aburrido, común.
-Tu
crees- dejo de caminar - que hablar con el serviría de algo? Que le diría? Que se
puede hacer ya? Hasta lo entiendo. No quiero herirlo, aun le temo parece y increíblemente
siento que aún busco su aprobación. Y como el mismo me dijo un día, el pasado
lo puedes usar como un sillón o un trampolín…
Me
miras con tus hermosos ojos verdes, estas como a menos de un metro de mi.
Yo
te diría que...-una ola revienta en el fondo y no te escucho y nuevamente la
lengua de agua nos alcanza y los pies se entierran un poco y esta frío pero es
agradable, el día de playa comienza.