El joven corto el teléfono, desde la pequeña caseta de madera, atravez del vidrio gastado y sucio veía la figura de su padre, sentado en la camioneta, con el codo afuera de la ventana y la mirada hacían él con las cejas juntas, como enfocando algo imposible de ver bien. El motor encendido era un ronroneo etereo en medio del silencio de aquel lugar. Su viejo lo esperaba, se notaba nervioso. El sentía un tapón en su pecho.
Y en su oído, el eco de lo que acababa de escuchar.
Vete de ahí.
Debe tener calor. Pensó.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario