En la película “Roma” de Adolfo Aristarain, muere el padre de un niño, entonces el niño está triste pero tiene la ilusión de que su padre está en el cielo, acompañándolo, su madre Roma, atea, le dice que no, que no piense así, que su padre no está en el cielo ni en ningún lado, su padre está muerto, se fini, se acabó para siempre. Lo que si queda es un recuerdo de él, un recuerdo de cómo era, del cariño que entrego, del trato, pero eso está dentro de nosotros, no hay que engañarse. El niño con cara de cordero degollado intenta internalizar semejante ladrillazo en la cara.
Yo prefiero creer que nuestra mini _ energía humana sigue un poco mas aya, de alguna manera se proyecta y está, prefiero creer que mis muertos aún me acompañan, en silencio, como siempre, pero están, prefiero mantener ese sentimiento medio santo y religioso igual, a veces hablo con ellos, me gusta sentirlos cerca, pedirles cosas, imaginarlos a mis espaldas. Hoy caché que ateo no soy.
Ahora mismo, si leen esto, ya saben!
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